Sequera

La sequía es uno de los principales desafíos que enfrentan los agricultores de aceitunas en los últimos años. La falta de precipitaciones y el aumento de las temperaturas extremas afectan directamente al crecimiento de los olivos, reduciendo la cantidad de aceitunas que pueden producirse.

El agua es esencial para el desarrollo de la fruta, y cuando las lluvias escasean, los olivos no consiguen alcanzar su máximo potencial. Como resultado, las cosechas se ven mermadas, lo que provoca una disminución en la cantidad de aceite producido. Además, los olivos más jóvenes o menos saludables pueden sufrir daños irreparables, lo que impacta a largo plazo en la producción.

Este fenómeno no solo afecta la cantidad de aceite disponible, sino también la calidad. Las aceitunas que sobreviven a la sequía pueden ser más pequeñas y tener menos sabor, lo que influye en el perfil del aceite final.

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