El precio del aceite, al igual que el de la aceituna, fluctúa como si se tratara de oro. Los cambios climáticos que estamos experimentando, con veranos de temperaturas extremas y ausencia de lluvias, hacen que producir este alimento sea un verdadero desafío para los agricultores.
Las cosechas con bajos niveles de producción y los altos costes de mantenimiento de los olivos encarecen el proceso, dificultando que el aceite llegue al consumidor final a un precio estable.